El mundo de las abejas nativas: salud, alimentación y mejora socieconómica para comunidades del Bosque Chiquitano
Por: Carla Pinto Herrera/FCBC
Un tronco caído y seco parecería ser tan solo biomasa que yace estáticamente en el monte para ser desintegrada con el paso del tiempo, hasta que de repente, la vista detecta un pequeño «pico» en la superficie del que alguna vez fue un árbol. Casi imperceptible al ojo humano no entrenado, un pico conformado por lo que parecieran ser pequeñas y delicadas fibras pegadas, unas sobre de otras, nos lleva a un mundo paralelo, un mundo de seres pequeños pero esenciales para la perpetuación de lo que nosotros conocemos como Bosque Seco Chiquitano: las abejas nativas.
Diferente al concepto generalizado que se tiene de las abejas, las abejas nativas no pican, ya que no tienen aguijón; usualmente viven dentro de troncos de los árboles (caídos o de pie); y debido a que sus colonias son mucho más pequeñas, producen menos miel que las abejas extranjeras (Apis mellifera), pero esta tiene más propiedades medicinales. Daniela Morón, bióloga e investigadora asociada al Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado, explica a un grupo de comunarios que, se estima que en Bolivia se encuentran alrededor de 200 especies de abejas, aunque tan solo hayan poco más de 90 descritas en el país actualmente.
Foto: Daniela Morón, facilitadora del curso de trasiego, buscando a la abeja reina entre los discos de cría de una colonia de abeja señorita.
Los comunarios provenientes de Porvenir, Piso Firme, Picaflor y Florida, todas comunidades del Área Protegida Municipal del Bajo Paraguá de San Ignacio de Velasco, escuchan atentamente la explicación de Daniela. Ellos están presentes en el Centro de Estudios del Bosque Seco Tropical Alta Vista (CEBST Alta Vista, ubicado en Concepción), para aprender a cómo rescatar nidos de abeja nativa que están en lugares vulnerables como troncos secos en potreros que se pueden quemar con el primer incendio, o árboles caídos, hacia una caja de aprovechamiento, con la finalidad de generar mejores condiciones socioeconómicas para sus familias; actividad enmarcada en el proyecto “Conservar la conectividad e impulsar la gestión sostenible de los bosques en las comunidades de la TCO Bajo Paraguá”, financiado por CISU-Dinamarca e implementado por la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC) y Aktion Amazonas (AA).
La crianza de abejas nativas y el aprovechamiento sostenible de su miel es algo novedoso para las comunidades, incluso aunque coexistan directamente con estos polinizadores, ya que el tipo de aprovechamiento que se realiza (acción comúnmente denominada “melear”), emplea métodos tradicionales que no aseguran el bienestar a futuro del nido aprovechado. Aunque los pasos para la mudanza de nidos de abejas nativas y su posterior crianza deben ser ejecutados con precisión y se debe contar con un mínimo de materiales indispensables; a decir de los participantes del curso, esta actividad tiene potencial de ser replicada en sus realidades, más aún, considerando los beneficios familiares y comunales que conlleva.
“Hay estudios que demuestran que la miel de abeja nativa es más nutritiva, entonces, el primer beneficio que van a recibir es salud y medicina”, describe Morón. Donald Viera, monitor ambiental del CEBST Alta Vista y también facilitador del curso (oriundo de San José de Chiquitos), recuerda que cuando sus hermanos y él se resfriaban, su madre pedía miel de “señorita” (un tipo de abeja nativa), entonces, su esposo se adentraba en el bosque a melear para que ella pueda preparar el remedio que mezclaba miel, limón, mentisan y aceite de pata de vaca; Viera recuerda que, con eso, él y sus hermanos se sanaban al cabo de unos días. “A la gente le va a agradar tener sus cajitas en sus casas” menciona Mauricio Justiniano Saucedo, comunario de Porvenir, ya que el tener la disponibilidad de cajas de abejas cerca a sus casas, facilitaría el consumo de miel, que es ancestralmente usada para ayudar en tratamientos de curación de tos, gripe y resfrío dentro de las comunidades del Bosque Chiquitano.
Además de salud y alimentación, la crianza de abejas nativas significa nuevas oportunidades de mejora socioeconómica para las familias de la región. “La mayoría tiene su chaco, siembra su yuca, su plátano, maíz, arroz y de eso ya nosotros nos sustentamos”, explica Aida Durán Auripide, de la comunidad Picaflor, que está conformada por 23 familias de la nación guarasugwe (grupo étnico con alta vulnerabilidad). En esta comunidad, además del chaco, la venta de comida eventual a personas que transitan el camino de tierra que viene desde Santa Rosa de la Roca y el empleo temporal de hombres en trabajos usualmente más de fuerza física, no existen otras actividades económicas, por lo que, la venta de miel de abeja nativa podría ser una opción a futuro (los precios de la venta miel de abeja nativa varían, pero, puede llegar a ser cotizada hasta 1 Bs por 1 ml).
Foto: Los cántaros con miel de abeja nativa son ubicados en la parte superior de las cajas para facilitar su sustracción y aprovechamiento.
El procedimiento no es complejo, pero sí requiere práctica, Daniela Morón y Donald Viera, ambos facilitadores del curso de trasiego de nidos de abejas nativas, que se llevó a cabo el 28 y 29 de septiembre, repiten múltiples veces a los cerca de 10 participantes del curso que “no vale rendirse al primer intento”, ya que, si bien pueden aprender los pasos técnicos del trasiego, existen otros factores para el éxito de la crianza de abejas: considerar que cada zona tiene poblaciones de abejas más abundantes que otras, el clima de cada región puede influir en la captura y crianza de abejas, además de las diferentes amenazas en cada contexto (hormigas, abejas más agresivas, incendios, entre otros).
La bora amarilla, bora negra, corta pelo, erereú, lambe ojo, limoncita, señorita, sicaé, sarco, suro, posetacú, son algunos de los nombres comunes de las abejas nativas que se conocen en la región chiquitana, sin embargo, la abeja “señorita” (Tetragonisca angustula), es la abeja nativa más popular para la crianza y aprovechamiento de miel en patios familiares. Javier Coimbra, responsable de la Unidad de Sustentabilidad, Agua y Cambio Climático de la FCBC, identifica que esto se debe a la abundancia y también a su mansedumbre, además, describe que este tipo de abejas es la que, en la mayoría de los casos, se encuentra en troncos caídos, sin embargo, siempre en troncos de madera dura (como el cuchi, momoqui o curupaú).
La cara de los participantes al evidenciar y vivenciar cada paso de la mudanza de los nidos oscilaba entre emoción, curiosidad y determinación. Luego de una demostración práctica por parte de Donald en la mañana del primer día, por la tarde, los participantes se daban indicaciones entre ellos sobre lo que deberían hacer primero y de qué deberían tener cuidado: no perder cuidado y capturar a la abeja reina para ubicarla en la cajita de aprovechamiento para asegurar la sobrevivencia de esa colonia; colocar delicadamente los discos de cría y los cántaros rebosantes de miel en los pisos correspondientes; además de utilizar delicadamente cada instrumento para lograr una operación exitosa. Al finalizar el curso, los comunarios participantes quedaron con la tarea de llevar a la práctica todo lo aprendido (que combinó teoría y práctica) y también con expectativa de seguir aprendiendo acerca de esta nueva actividad (por ejemplo, aprender a cómo colocar trampas para trasladar nidos nuevos de abejas).
Fotos: Comunarios de la región del Bajo Paraguá en sus sesiones de práctica para trasladar un nido.
El proyecto con el cual se está apoyando esta actividad será implementado hasta el 2024, por lo que, la crianza de abejas en patios familiares en la región del Bajo Paraguá es un sueño de largo aliento todavía.
Foto: Personas capacitadas y facilitadores del curso de trasiego de nidos de abejas nativas del Bosque Seco Chiquitano.
10 de octubre de 2022