20 años de la FCBC
Conmemoramos nuestro vigésimo aniversario apoyando la publicación de dos libros de calidad gráfica y científica sobresalientes, que ademas de poner en valor la riqueza natural de la Chiquitania y nuestro país, brindan esperanza para seguir trabajando con más esfuerzo por la restauración y conservación del Bosque Chiquitano
20 años transcurridos desde que la Fundación fue creada por la iniciativa y compromiso de organizaciones y personas líderes, visionarias, capitalizando una oportunidad única, en un contexto único y quizás irrepetible: la construcción del gasoducto río San Miguel – San Matías, convenciendo y comprometiendo a las empresas privadas en mirar al bosque Chiquitano más allá del concepto y la práctica de las compensaciones ambientales.
Creada primero como un Programa que fue administrado por la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre WCS y con el valioso soporte técnico de la Fundación Amigos de la Naturaleza, el Jardín Botánico de Missouri y la Fundación Amigos del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado, inició su camino. Luego, se sumó de manera constructiva y comprometida a la gobernanza institucional la Universidad Nur, fortaleciendo con una visión académica a la misión de la Fundación.
Los desafíos fueron múltiples: por un lado, dar respuesta a –ya en aquellos momentos- las principales amenazas que se cernían sobre el bosque Chiquitano, el Cerrado y el Pantanal: el gasoducto, el corredor bi-oceánico, la ilegalidad en el aprovechamiento forestal, el fuego, la expansión de la frontera agropecuaria y el impacto ya notorio del cambio climático.
Buscando integrar a todos los actores, la Fundación comenzó a transitar un complejo camino con el doble propósito de cumplir la misión de conservación en el territorio Chiquitano y construir institucionalidad.
La evolución de un programa a una Fundación…a una institución por sí sola, constituyó un enorme desafío que, finalmente, permitió establecer las bases financieras y técnicas para su desarrollo al largo plazo.
Pero no todos conocen este largo camino de la Fundación. No todos saben del programa de ayuda médica a comunidades indígenas altamente vulnerables que, por varios años, atendía las necesidades de salud de chiquitanos, ayoreos, campesinos y que salvó muchas vidas con sus vuelos de evacuación. O de la primera titulación de tierras a más de 20 comunidades indígenas chiquitanas en San Miguel de Velasco, en la cual la Fundación cumplió un rol clave financiando y articulando a la central indígena, al gobierno municipal y al INRA. O del programa de agua, que permitió dotar a miles de familias chiquitanas de fuentes seguras para su consumo. ¿Esto es conservación de la naturaleza? Muchos se preguntaban…sí, por supuesto…cómo hablar de conservación cuando existen estas necesidades sociales urgentes.
Pero, para dar soluciones sociales de largo plazo, irremediablemente debemos centrar nuestra mirada hacia la naturaleza: la verdadera base de las soluciones a nuestras necesidades de agua, alimento, salud, economía, adaptación y desarrollo sustentable.
Por ello es fundamental recordar dos hitos significativos en la conservación de la naturaleza en el cual la Fundación estuvo plenamente involucrada desde sus inicios: el primero la creación de la primera área protegida municipal de Bolivia: Tucabaca que, con su más de cuarto de millón de hectáreas de bosque chiquitano, cerrado, paisajes espectaculares, patrimonio cultural y fuente inagotable de agua, constituye un ejemplo de participación social en la defensa de un territorio y sus recursos naturales.
El segundo lo representa la Almendra Chiquitana. Una idea casi a vuelo de pájaro, permitió desarrollar una cadena de valor basada en un recurso silvestre presente en la Chiquitania y que hoy es una esperanza para la economía de mujeres indígenas y campesinas de la región.
No voy a detallar los más de 400 proyectos que la Fundación ha financiado o co-financiado en estos 20 años, sólo quiero destacar que en todos ellos hubo una genuina intención de hacer lo mejor posible, de poner todo el esfuerzo, la dedicación, la mística y las capacidades intelectuales y técnicas de un equipo comprometido en lograr sus objetivos y que cada una de estas iniciativas produjo, en mayor o menor grado, un cambio en las personas y en el territorio.
Sin embargo, paradójicamente, a casi 20 años en que la Fundación diseñó el primer plan de conservación y desarrollo sostenible del Bosque Chiquitano, Cerrado y Pantanal, … hoy, por primera vez, debemos construir un plan para la restauración.
Pero ello no nos debe desalentar, todo lo contrario, nos debe poner aún más en alerta y decididos en conformar alianzas sólidas entre todos los actores en la Chiquitania, la sociedad civil, las autoridades, los privados, la cooperación internacional y la sociedad de Santa Cruz y el país, para defender el bosque en pie, el bosque que aún queda como patrimonio único, el bosque seco tropical más grande y – a pesar de la tragedia de los incendios- aún mejor conservado del mundo.
Por eso, la presentación de estos dos libros constituye un verdadero homenaje a la biodiversidad del bosque Chiquitano y de Bolivia, a lo que existe y que no debemos dejar que se pierda.
La guía de las pasifloras elaborada meticulosamente y con un alto nivel profesional por Hermes Justiniano, diría el principal líder visionario para que esta Fundación exista, será una contribución de gran valor para conocer y reconocer en el campo esta maravillosa familia de plantas, cuyo nombre en latín surge del imaginario de los misioneros en América, que creyeron ver en estas flores, los elementos del sufrimiento de Cristo y que por ello Carlos Linneo en 1753 la bautiza como Flos passionis o flor de la pasión.
El libro Retratos de Familia, es un extraordinario compendio de fotografías de la fauna de Bolivia desarrollado por dos eximios fotógrafos: Daniel Alarcón y David Grunbaum, con una técnica innovadora y pocas veces vista, salvo en las mejores publicaciones de Joel Sartore en la National Geographic, y no es casualidad que este famosísimo fotógrafo americano realice el prefacio de esta publicación.
Qué mejor homenaje a la biodiversidad de la Chiquitania, a la naturaleza de Santa Cruz y al patrimonio natural de Bolivia y el mundo…y a los 20 años de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano.
Roberto Vides Almonacid
Director Ejecutivo