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Vestimenta reforzada

Penoco

Samanea tubulosa

Claire A. Montaño

Si estuvieras en peligro quizá lo primero que intentarías hacer sería huir, pero tan básica reacción es misión imposible para cualquier árbol. Es por eso que, sus cuerpos tienen que valerse de una serie de estrategias, tanto físicas como químicas, para sobrevivir, porque tarde o temprano los problemas suelen llegar.

Un claro ejemplo es este lindo “Penoco” (Samanea tubulosa), una legumbre arbórea que, a primera vista deja notar su cuerpo bastante reforzado. Desde la base del tronco hasta las ramas más pequeñas están cubiertas de una corteza tan engrosada que, parece corcho, pero no lo es. Esta rugosa vestimenta le ha servido para poder enfrentarse a una serie de enemigos que van desde diversos insectos hasta eventos como los incendios que cada vez son más agresivos en ecosistemas de la Chiquitania y que se convierten en un infierno que “Penoco” puede llegar a tolerar, según la intensidad.

Esta protección tan oportuna la desarrolla desde sus pocos meses de vida (etapa frágil), amortiguando a temprana edad pisadas de distintos animales e incluso la de los humanos, logrando la especie salir airosa hasta consolidarse como todo un árbol frondoso presente en el paisaje urbano chiquitano y sus alrededores.